La Iglesia católica de Roma estudia en una comisión el diaconado femenino
El pasado mes de abrir, en plena pandemia mundial del COVID19, la revista digital VN Vida Nueva se pronunciaba sobre el papel de la mujer en la Iglesia con este titular “El papa Francisco crea una nueva comisión de estudio del diaconado femenino”. Se trata de un artículo firmado por Rubén Cruz[i] el 8 de abril del 2020.
El subtítulo de la noticia seguía ampliando información especificando que, el Pontífice ha encargado el trabajo al cardenal Giuseppe Petrocchi, arzobispo de L’Aquila. Quien tiene en su escudo de armas el lema: ANTE OMNIA CARITAS. (Significa ANTE TODO EL AMOR).

Cardenal Giuseppe Petrocchi. Fuente: Arzobispado de L’Aquila.
La homilía del 29 de agosto del Cardenal Petrocchio se centró en la “humildad evangélica, madre de misericordia y guardiana de la comunión”. Este día el Evangelio cuenta la decapitación de San Juan el Bautista y centra la acción en Herodías, mujer de Herodes.
Es curioso cómo en la interpretación de los textos sagrados la mujer y lo femenino a lo largo de la historia siempre han salido “mal paradas” con la salvedad de la Virgen María. Cuando, cualquiera que conozca la historia sabe que el patriarcado, el gobierno de la cosa pública, lleva más de dos mil años en manos de los hombres.
Siguiendo con la homilía, el Cardenal Petrocchio cita las palabras del Papa Francisco al afirmar que “la primera verdad de la Iglesia es el amor de Cristo. De este amor, que llega hasta el perdón y el don de sí, la Iglesia se convierte en servidora y mediadora entre los hombres”.
Hay que pedir perdón dice el Evangelio. La misericordia hoy ha de ser la verdadera herramienta de trabajo de quienes profesamos la fe en Jesús. Y como bien dice el Santo Padre, la Iglesia ha de servir y mediar, tal y como lo han estado haciendo las madres en sus hogares durante la práctica existencia de la humanidad.
Retomando el tema del principio del artículo que nos ocupa, el papa Francisco, el pasado 26 de octubre, en su discurso final del Sínodo para la Amazonía, lanzó la promesa de la reapertura de la comisión sobre el papel de la mujer en la Iglesia de esta forma: “Asumo el pedido de rellamar o reabrir la comisión para el diaconado femenino con nuevos miembros para seguir estudiando cómo existían en la Iglesia primitiva”.
Cinco meses después, el Pontífice cumplió su palabra estableciendo una nueva comisión, tal y como hizo público el Vaticano en abril. Desde entonces ya han pasado otros cinco meses y todavía no tenemos noticias.
APORTACIONES DESDE ESPAÑA[ii]
Sin embargo, desde España, sí podemos aportar luz sobre la existencia de las diaconisas en la Iglesia primitiva de Roma. Este estudio lo ha llevado a cabo la Dra. Ana Mafé García en su tesis presentada ante la Universitat de València en febrero de 2019.
En su trabajo de investigación demuestra cómo las diaconisas de la primitiva asamblea de Roma tienen su propia iconografía pictórica. Perfectamente reconocible a través de sus atributos, sus ropajes y su gestualidad.
Son mujeres que portan una o doble estola a cada lado del hombro. Su actitud es la de extender la mano y servir (recordamos que διακονος, diakonos, en griego significa servidor) una mesa pascual. En las mismas se les reconocen dos acciones muy concretas a través de una filacteria en griego escrita justo a su lado (AGAPE e IRENE). Traducción de Amor y Paz.

Diaconisas de Roma. Fotografía: Dra. Ana Mafé García.
Todas ellas portan con sumo cuidado entre sus dedos, sin apenas tocarlo, una copa de aspecto y forma muy similar: cuatro dedos de alto y color marrón pardo. Detalle muy singular cuando en los primeros siglos de nuestra Era las copas de Roma eran de vidrio, transparentes.
Este parecido razonable coincide en tamaño y color con la sagrada reliquia que se custodia en la Catedral de Valencia. Podemos decir que la copa superior del Santo Cáliz viene de Roma, no solo porque la tradición así lo indica, sino también porque en esta ciudad eran las diaconisas quienes servían esta preciada copa de bendición en la celebración de la mesa pascual en memoria de Jesús.
Las palabras de San Pablo así lo atestiguan en su carta a la comunidad judía mesiánica de Roma:
Os recomiendo además a nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa de la iglesia en Cencrea; que la recibáis en el Señor, como es digno de los santos, y que la ayudéis en cualquier cosa en que necesite de vosotros; porque ella ha ayudado a muchos, y a mí mismo. (Romanos 16, 1-2)
La actitud de las mujeres que sirven las mesas pascuales de Roma mostrando en alto un cáliz en la punta de sus dedos, siempre han sido estudiadas por miradas masculinas que las reconocen como meras “sirvientas”. Jamás, ningún erudito ha visto en estas pinturas a una diaconisa sirviendo la mesa. Esta anulación de lo femenino ha sido una constante en la historia del arte sacro.

Cubículo de los dos Ágapes. Roma. Fuente: PONTIFICIA COMISIÓN DE ARQUEOLOGÍA SACRA. Roma.
Hoy, la Iglesia católica sabe que quien lleva a los niños y las niñas a la misa dominical en su inmensa mayoría son las madres. También son las mujeres mayores quienes llenan los bancos de las Iglesias y colaboran con los párrocos.
Por cada hombre, hay una media de más de siete mujeres que acuden al templo. Asimismo, son las mujeres las que vienen limpiando los templos desde hace siglos, las que se organizan para repartir comida y atender a los más necesitados en la comunidad. Sin todas esas mujeres la Iglesia no sería lo que es.
San Pablo y las diaconisas de Roma contribuyeron a consolidar la fe en Jesús durante los primeros siglos. Lo sabemos a través de testimonios pictóricos que llegan hasta nuestros días. Esto ocurrió antes de que el poder romano adoptara la religión cristiana como oficial y la jerarquía patriarcal anulara el papel social de la mujer dentro de la naciente nueva Iglesia.
Comprender la historia es crecer en Conocimiento, en Luz, en Amor.
Amen.
[i] (Ver en https://www.vidanuevadigital.com/2020/04/08/el-papa-francisco-crea-una-nueva-comision-de-estudio-del-diaconado-femenino/. Consultado el 12 de septiembre de 2020)
[ii] Para más información recomiendo leer el libro “El Santo Grial” de la editorial Sargantana, escrito por la Dra. Ana Mafé García.